
Enciendo el cigarro mientras pienso en la última vez que te besé. ¿Te habrá gustado?. Intento imaginar qué sientes cuando piensas en aquel beso. Pero es difícil, no soy objetiva. O pienso que te ha gustado tanto como a mí, o siento que en realidad, nunca significó nada. Y entonces, me doy cuenta de que sería más fácil parar de pensar y volver a besarte y entonces sí, preguntarte qué te ha parecido. Así que apago el cigarro, me giro y te beso. Y dejo de rayarme, de pensar, de preocuparme. Y simplemente disfruto, me dejo llevar. Ya ves, es lo bueno de tenerte a mi lado.