A veces nos empeñamos tanto en ser felices que desaprovechamos las oportunidades que se nos dan para serlo. No podemos fabricar nuestra propia felicidad; todo producto artificial está vacío de contenido. No puedes provocar al destino, ni convencerte de que algo te hace feliz cuando no es así. Nos engañamos, decimos que todo está bien y que no necesitamos nada más, pero lo cierto es que sí. Solo que tenemos miedo de que sea tan difícil de conseguir que ni lo intentamos. Bueno, a veces la clave está en dejarse llevar y seguir esos impulsos que nos parecen estúpidos. ¿Quién dijo que la felicidad se encuentra en las grandes cosas y los grandes sacrificios? La felicidad consiste en no echarte nada en cara; sentir que no has perdido el tiempo, ni una sola oportunidad; saber que haces lo que quieres sin miedo a las consecuencias. En realidad, no hay nada más sencillo: la felicidad se consigue sintiéndose feliz. Deja de preocuparte y aprovecha el momento que tienes delante; y el siguiente, y los sucesivos.
Que preocuparte por ser feliz no te impida serlo.